Viernes 26 de abril de 2024
25 AUG 2015 - 10:00 | Sociedad

Se inundó su casa y lo perdió todo

Aunque el panorama fue oscuro, la solidaridad de la gente se puso en marcha y la familia damnificada recibió muchas donaciones para volver a empezar.


“Es muy triste vivir pero sé que todo lo que me pasa son pruebas que Dios me pone y me fortalecen. Y con esa fuerza voy a sacar a mi familia y a la que sea adelante. Y cuando me levante, voy a encargarme de ayudar al que me ayuda”. A Andrés Jurado, un agente penitenciario dolorense de 39 años, se le quiebra la voz, pero continúa con su relato.
 
Por las fuertes precipitaciones caídas días atrás su casa en Dolores, se inundó y lo perdió todo. Una prima le abrió las puertas de su hogar y lo recibió junto a su mujer y sus cuatro hijas, pero ellos no están solos: Andrés cuida también de sus cuatro sobrinas que perdieron a su madre el año pasado, luego de que sufriera un ACV. Por lo que los diez se mudaron a la casa de este familiar y entre todos suman quince.
 
@bloqueD@Aunque la casa que habitan no tiene más que un dormitorio, la prima de Andrés, que preparaba en la vivienda un local para abrir un almacén y completar el ingreso del hogar, suspendió su proyecto para albergarlos. Pero esto no fue todo.
 
Después del temporal, preocupado por la situación, Andrés iba todas las mañanas hasta el canal de la ciudad para ver el nivel del agua. El martes, mientras hacía este recorrido, su auto se calentó, él abrió el capot para revisarlo y el radiador explotó. El agua hirviendo cayó sobre su cara, por lo que debieron internarlo en el Instituto del Quemado. 
 
El miércoles le dieron el alta. Vendado y bajo tratamiento volvió a su casa para seguir peleándola. “Yo soy un eterno agradecido de la vida porque a pesar de todo lo que perdí tengo fuerzas para seguir viviendo”, nos dice Andrés en una mesa entre una cama y la pared. Arriba hay leche en polvo y frazadas que le donaron algunos vecinos. A lo lejos los nenes miran “La Era del Hielo”. Paradójicamente, la pantalla muestra la escena en la que el tigre y el mamut cuidan de un bebé del que deben hacerse cargo. El espíritu de la solidaridad y el amor por el otro pese a las dificultades aparece una y otra vez.
 
Lo de Jurado y su familia es una constante lucha contra la adversidad y la pobreza pero él no se da por vencido. “Vengo golpeado, me han pasado un montón de cosas. Lo de mi hermana fue la gota que rebalsó el vaso. Y lo de ahora es una prueba más de Dios pero la voy a superar como todas las que vengan porque después de lo malo tiene que venir algo bueno”, dice.
 
@bloqueD@Junto a su mujer no sólo cuidan a sus hijos de once, diez, seis y tres años sino que también a sus sobrinas de nueve, cuatro y un par de mellizas de uno y un mes. Además, él presta servicio en Mar del Plata por lo que viaja cuatro días a la semana y está en su casa dos. Su esposa tuvo que dejar de trabajar para cuidar a los nenes, pero juntos enfrentan las dificultades.
 
UN FUTURO DIFERENTE 
Para Andrés, lo más importante es su familia, y su mayor deseo es poder darles un futuro distinto a su pasado. “Para mis hijos, sueño lo que no pude tener: estudios. Yo terminé séptimo grado y salí a trabajar. Mi papá murió cuando yo tenía dos años. Cuando tenía diez iba a limpiar latas a la panadería para buscar comida. A veces tenía para comer pero muchas veces no. Yo no quiero que mis hijos pasen lo mismo. Tuve la suerte de entrar al ejército hasta los 25 y ahora trabajo para el Servicio Penitenciario”, relata Jurado y asegura: “Parezco fuerte pero no lo soy, por suerte encontré una compañera de fierro y la seguimos luchando. Queremos que nuestros hijos tengan estudios, que sean algo, que a pesar de toda mi pobreza y sacrificio no les falte nada. Y para mis sobrinas, aunque les falte la madre, queremos darles lo mejor. Deseo ayudar, siempre ayudar. Hay que dar para recibir”.
 
VOLVER A EMPEZAR
El hermano de Andrés falleció con 39 años hace cuatro. El año pasado murió su hermana de 33. En 2014, además, Andrés casi pierde una pierna. Este año lo azotó la lluvia, pero no fue la primera vez: en 1986 otra inundación también lo dejó sin nada.
 
“Cayeron 300 milímetros en tres días, el terreno no tiene salida de agua porque toda la vuelta está rodeada con material y mi casa -construida en el fondo de la casa de su madre- está en una parte baja y se empezó a inundar. Yo nunca pensé que eso podía pasar. Se desbordó el pozo del baño y después se abrieron los pisos, entró el agua y estuve dos días ahí cuidando las cosas hasta que en un momento dije tengo que pensar en mi familia”, cuenta Andrés, que en un principio fue asistido junto a los suyos por los bomberos.
 
@bloqueD@“Yo iba a mi casa y lloraba. Luché por tenerla, pero me voy a remontar de nuevo”, dice y agradece la solidaridad de la gente que le acercó colchones, frazadas, comida y ropa. Ahora, Andrés sigue recibiendo donaciones, pero su problema es que no tiene dónde dejarlas hasta que no resuelva la situación de su vivienda. Además, no deja de pensar en la gente. “Nos vamos a quedar con lo justo y lo necesario, el resto se lo vamos a donar a otros que también necesitan. Si preguntás cómo hacemos para salir de esta situación es porque sabemos que muchos otros también requieren ayuda”, asegura.
 
LA ESCUELA, SEGUNDO HOGAR
El caso de la familia Jurado se hizo conocido gracias al personal docente de la Escuela Rural Nº 14, a la que asisten sólo 54 chicos. Cuando el Equipo de Orientación Escolar se enteró de la situación organizó campañas para colaborar y entre todos se sumaron a la causa.
 
“Este no es el único caso, hay un montón. Este fue el más emergente”, nos cuenta la asistente social del establecimiento, Vanesa Salto. “Nos ocupamos adentro y afuera de la escuela. Hay mucha necesidad y es duro, pero estamos para ayudar”, dice.