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26 JUL 2016 - 06:28 | Sociedad

¿Podrían cerrar Mundo Marino?

Luego de la transformación del Zoológico de Buenos Aires cuestionan el funcionamiento del oceanario y sus shows. Pedirían que lo cierren y devuelvan los animales a su hábitat.

La transformación del zoológico porteño en un Ecoparque interactivo y el traslado de los animales a su hábitat natural fueron medidas celebradas por gran parte de la sociedad. Sin embargo, surge un nuevo reclamo por abrir el debate en torno al cautiverio y la explotación animal de delfines y orcas en los oceanarios. El impulso no surge de ONGs ni de ambientalistas, sino de Matías Pandolfi, argentino, doctor en biología e investigador del Conicet, que explica a LA NACION desde la ciencia los problemas que generan el cautiverio y la exhibición.

La única orca en cautiverio en América latina está en Argentina
La Argentina es el único país de América latina que tiene una orca en cautiverio desde 1992. Se trata de Kshamenk, una orca macho de 27 años que se encuentra en Mundo Marino, en San Clemente. En cambio, delfines hay en casi todos los oceanarios de Argentina y del continente.

"El público no comprende el sufrimiento al que este mamífero marino está sometido. ¿Qué festejamos cuando aplaudimos las piruetas circenses que hacen los animales?", dice Matías Pandolfi, biólogo de la UBA, en una entrevista telefónica con LA NACION.
  
Según el científico, el problema aparece cuando el debate se centra en las investigaciones que se realizan en los lugares en donde viven animales en cautiverio, cuando el verdadero eje debería estar puesto en la "exhibición circense" que se hace de los cetáceos.

"Lo grave es que uno sin querer piensa que lleva a sus hijos a aprender. ¿Qué les estás enseñando? La orca que observan no está contenta, ni interactúa. Sólo responde a la lógica estímulo-respuesta. La gente, el ruido, el adiestramiento y los shows no le hacen bien", explica el investigador del Conicet.

Según cuenta Pandolfi a este medio, las orcas en cautiverio que realizan shows constantemente generan problemas de salud, de comportamiento y reproductivos. "Los animales desarrollan zoocosis, lo que sería la psicosis del cautiverio. Empiezan a tener comportamientos que no tendrían normalmente, como morder barrotes, moverse repetitivamente, volverse adictos a la cal de las paredes o reprimir la sexualidad", cuenta Pandolfi.
 
Además, las orcas son animales sociales que necesitan de su grupo social. Esto no significa que agregando un animal más en el acueducto estaría la solución, porque sus estructuras sociales son en familia. Los miembros mantienen vínculos muy fuertes y se separan por pocas horas. Como los humanos, son especies cuyas hembras entran en menopausia en la mitad de su vida, lo que significa que colaboran con el cuidado de las crías de sus hijas (lo que llamaríamos abuelas). Entonces, cuando se rompen estas estructuras, el animal sufre un profundo estrés.
 
Sumado a los estudios científicos, Pandolfi agrega que este tipo de prácticas llevan a la sociedad a naturalizar la dominancia, la subordinación y la explotación animal. "Ahora la gente quiere tener animales salvajes, cada vez es más común ver familia con urones o erizos como mascotas. Esto estimula el tráfico de fauna", agrega.
 
Las personas, organizaciones y empresas que suelen estar a favor de los lugares con animales en cautiverio argumentan que lo que buscan es fomentar la educación del mundo animal y enriquecer las investigaciones científicas.
 
Sin embargo, Pandolfi opina que hoy en día con la tecnología (youtube, redes sociales, realidad virtual) se puede aprender mucho sobre los animales en sus hábitats naturales. Porque, el comportamiento que desarrollan en los acuarios nada tiene que ver con el que tendrían en un océano. "Creen que estamos educando, pero estamos favoreciendo un negocio", dice el doctor en biología de la UBA.
 
¿Qué se podría hacer con los animales que ya están en cautiverio? La solución de Pandolfi es simple: "Es difícil volver a los animales a su hábitat natural después de tanto tiempo. Pierden sus conocimientos, no pueden cazar, ya no van a encontrar más a su familia y, por haber estado en contacto con seres humanos, pueden transmitir enfermedades a los hábitats naturales. Lo que se debería hacer es primero impedir que se sigan haciendo los shows. Y, segundo, adaptarles el lugar, para que dejen de estar en un tanque de algunos pocos metros. Por último, hay que dejar de traer animales nuevos".