Viernes 19 de abril de 2024
18 MAY 2018 - 09:06 | Sociedad

Una agente penitenciaria se enamoró de un preso que terminó violándola

Ella trabajaba en Batán cuando él estaba preso. Se enamoraron y luego la mujer vivió un calvario hasta que logró denunciarlo.

Un ex convicto fue condenado a 9 años de prisión por violar en vísperas de la Navidad de 2016 a su pareja, una agente del Servicio Penitenciario que había conocido en la cárcel de Batán mientras purgaba una detención por otros delitos, informó el diario La Capital de Mar del Plata.

 

El fallo fue la conclusión de un juicio celebrado en los últimos días en el Tribunal Oral N°4, cuyos jueces Alfredo De Leonardis, Gustavo Fissore y Juan Galarreta aplicaron la pena contra Sergio Lucero, un obrero soldador que sostuvo hasta el final del debate que las relaciones sexuales reprochadas habían sido consentidas.

 

Sin embargo, numerosas pruebas que demostraron la violación se acumularon a lo largo de una pesquisa que pudo iniciarse gracias al coraje de la mujer para salir de un vínculo enfermizo que la tenía, paradójicamente, prisionera.

 

La sentencia introdujo un elemento inédito como es el agravante por violencia de género lo que permitió llevar el monto de la pena por encima de la mitad del máximo previsto para casos de abusos sexual con acceso carnal. Es que los jueces, tal como lo había presentado el fiscal Leandro Favaro, descubrieron que subyacía en esta pareja un trasfondo violento, de sometimiento físico y psicológico contra la mujer.

 

Los hechos sucedieron a las 2 de la mañana del 24 de diciembre de 2016, pero en verdad se iniciaron algunos años antes dentro del penal de Batán. Lucero cumplía allí una pena por el delito de encubrimiento y en una de sus asistencias a actividades culturales conoció a la mujer penitenciaria. A partir de entonces tuvieron un acercamiento hasta que en 2013 Lucero recuperó su libertad y la mujer lo llevó a vivir a la casa que el Servicio Penitenciario le asignaba dentro del predio de la cárcel de Batán.

 

La relación siempre se edificó en torno a la violencia y las adicciones Lucero, profundizadas por la imposibilidad de la mujer de salir en busca de auxilio. A lo largo de todo el juicio se ventilaron episodios de extrema gravedad y sus consecuencias, como lesiones de la mujer, mudanzas permanentes, conflictos de agresiones ante otras personas que nunca se llevaran, por medio de denuncias, al ámbito penal. “Asumo la culpa de haber mantenido la relación por temar a que me matara algún día, porque yo quería seguir viendo a sus hijos y porque ellos no tenían ningún otro sostén si me pasaba algo a mí”, admitió la mujer.