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05 AUG 2018 - 09:50 | Sociedad

Buscando a papá y a mamá por las calles de Dolores

Compartimos la visita a Dolores de María Eugenia, la argentina radicada en Tenerife, España, y que pretende encontrar a su familia biológica.

María Eugenia en la Plaza Castelli de Dolores. En septiembre pasado ENTRELÍNEAS.info reveló su historia y se transformó en viral.

Maru Tis toma café en la confitería del Hotel Plaza de Dolores con Norma, una amiga que conoció a través de Facebook, en medio de una búsqueda que tiene mucho de novela de detectives y todo de historia de esas que emocionan. No se llama así, pero es el nombre con el que ha sido conocida durante todo este tiempo por quienes se acercaron a ayudarla en una tarea en primer momento imposible.

Llegó a la ciudad de Dolores desde Tenerife. A Dolores la visitó desde chica con amigos que hizo en San Clemente. Ahora lo hace con la intención de encontrar sus padres biológicos y rearmar un rompecabezas que le permita seguir adelante. “Me tengo que apurar”, confiesa, porque este viaje que culmina en unos días también tiene como objetivo llevarse a su mamá a España, porque ya tiene 90 años y no puede vivir sola. “No voy a tener muchos otros motivos para volver a la Argentina”, explica mientras el sol del invierno se multiplica en el vidrio sobre el café con leche y las medialunas.

Y mientras el lugar se llena y vacía de gente al ritmo de la mañana laboral, reconstruye para ENTRELINEAS.info una trama de silencios que comenzaron el 12 de enero de 1972, el día de su nacimiento, y espera poder cerrar antes de retornar a la tierra en la que la esperan un esposo y dos hijos.

Maru dice que, como todo hijo adoptivo, sospechó que lo era aunque nadie en su entorno lo reconociera. El médico que le realizó el control de su primer embarazo desató el viaje que completaría 10 años después: la rutinaria pregunta sobre antecedentes con problemas de salud le permitió encarar a su madre y reclamarle saber su origen.

A partir de esa pregunta pudo saber que, si bien había sido inscripta como hija propia, en realidad había sido parida por una joven de 15 años y que, a través de una partera, había llegado desde La Plata a manos de ese matrimonio de Lomas de Zamora. Supo que había sido concebida en el curso de una relación casual entre dos jóvenes que podían ser de Dolores y que la partera había alojado en su casa a la joven embarazada hasta el momento del alumbramiento.

Guardó para sí esta información hasta que en octubre se lanzó a la búsqueda, ayudada por su marido, dispuestos ambos a exprimir las redes sociales para lograr su cometido.“Pensé que si una chica en 1972 quedaba embarazada de alguien que ni siquiera era su novio debería haber abandonado la escuela secundaria y, tal vez, retornado al año siguiente como repitente”. Este argumento fue el puntapié inicial de su pesquisa. Tomó los registros de alumnos de las promociones 1971, 1972 y 1973 de los colegios secundarios de Dolores y con sus listas comenzó a pedir amistad desde el Facebook que abrió con ese nombre (Maru Tis). A todos los que respondíanles enviaba el mismo mensaje solicitando la información que necesitaba.

Hasta que un hombre de los contactados respondió con una pregunta que le sonó a respuesta: “¿Quién te habló de mí?”. Luego de semanas de intercambio, no siempre amable, Maru pudo ir armando esta parte del rompecabezas. Efectivamente, el hombre que le respondió vivía en Dolores y había tenido una relación ocasional con una joven de Berisso a la que nunca volvió a ver. Una amiga en común le había avisado, pasado un tiempo, del nacimiento de la niña pero no tuvo nunca otro contacto.

Con esos datos, Maru comenzar a buscar a la mujer que no figura en redes sociales. Una amiga platense logró entrevistarse con ella y le trasmitió, superando la diferencia horaria con Europa, su sorpresa por un enorme parecido, pero también la negativa a sacarse fotos o a dar su teléfono.

Con estas dos personas ubicadas, Maru emprendió el viaje a la Argentina. En Dolores pudo encontrarse con su padre alegado. “Fue en la cafetería de acá al lado, en Mingos. Y me encontré un hombre amable, caballero, que inmediatamente quiso hacerse el análisis de ADN”, cuenta en la mañana helada. “Ahora estamos esperando que lleguen los resultados y que sean positivos, porque si no habrá que empezar todo de nuevo”.

A la madre no la pudo ver, porque ella se negó, pero sí se encontró con quien podría llegar a ser su hermana, una joven de 28 años que aceptó hacerse el análisis de ADN.

Sentada en la Plaza Castelli, junto a la pirámide, Maru recupera las veces que pasó por allí para ir a la fiambrería de Valenzuela, sus amigos de La Costa. Recupera la historia de un papá fotógrafo que nunca le tomó fotos de embarazada a su madre y del alivio que sienten sus familiares ahora que pueden hablar abiertamente de un secreto que se mantuvo bajo siete llaves durante tanto tiempo a la sombra de la terrible historia de sustracción de bebés que vivió el país. Recupera la emoción de saber que una querida amiga de su familia había sido su madre de leche así como los temores que habrán circulado desde la figura de un padre a quien recuerda como muy buena persona pero que impuso este ocultamiento férreo aún después de su muerte. Recupera el entusiasmo de Ariadna, su hija mayor, por tener tíos y primos.

Y, por supuesto, recupera la esperanza que la llevó agitar las aguas de la web y cruzar el mar para sentarse en un bar frente a la plaza principal de Dolores para intentar rearmar su identidad.