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31 MAR 2019 - 20:56 | Sociedad

La rica historia de la Hostería Santa Teresita, patrimonio cultural costero

Ubicada en la Avenida Costanera entre 34 y 35, fue el primer hospedaje de la localidad que cumplió 73 años el pasado 3 de marzo. Todavía funciona y recibe miles de turistas. Los detalles.

La Hosteria Santa Teresita en la década del 40. La facha en la actualidad se conserva intacta.

Con 77 años de historia a cuestas esta especie de posada frente al mar llamada Hostería Santa Teresita ubicada en Costanera entre Calles 34 y 35 podría considerarse patrimonio cultural por estar estrechamente ligada con la fundación de una de las ciudades más tradicionales de la Costa Atlántica: Santa Teresita.

Los pioneros Ángel de Martino y Horacio Fiocco apostaron al futuro sin imaginar lo que le depararía el destino desde aquel pequeño lugar, primer punto de hospedaje de la zona. Don Ángel, que trabajaba en la parte de catastros de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires y era Martillero Público Nacional tuvo la oportunidad de conocer a Lázaro Freindemberg, quien asiduamente concurría a estas playas hasta que un día le propuso a Don Ángel venir hacia La Costa ya que tenía que hacer un emprendimiento en tierras que le habían dado para vender.

Había adquirido máquinas y camiones para abrir caminos y tenía un vivero en la actual calle 41 entre 3 y 4 para poder forestar. La realización de un horno de ladrillos sirvió para la construcción de las primeras casas de los trabajadores y para la misma hostería que terminó de realizarse a fines de 1947. Al año siguiente, De Martino aceptó el desafío, largó su trabajo, llegó a La Costa y se metió de lleno a dibujar, por decirlo de alguna manera, lo que sería Santa Teresita. Indicó donde había que abrir calles, dónde hacer en principio las manzanas y luego los 16 lotes por cada una de ellas. Horacio Fiocco, por su parte, llegó a estas playas dos años después y junto a De Martino y a Osvaldo Campana se dedicaron durante seis años a vender lotes para la compañía que estaba en formación: “Ciudad Balnearia Santa Teresita”, de Lázaro Freindemberg.

Los lotes se vendían mediante una libreta en donde se iba sellando cada cuota y al pagar la última se hacía la escritura. Cuando la compañía terminó su trabajo, la hostería dejó de cumplir con su misión y fue puesta a la venta. De inmediato Don Lázaro le propuso vendérsela a De Martino pero éste no tenía el suficiente dinero para pagarle a lo que Freindemberg contestó: “Mi trabajo está hecho. Todo va a funcionar por sí solo. Busque socios”. 

Así fue como junto a Fiocco y Osvaldo Campana, sus compañeros de trabajo, analizaron la situación de la gente que había comprado. Sabían que la mayoría era de Buenos Aires e iban a venir a construir. ¿Dónde iban a dormir los obreros y los compradores si no había otro lugar? Y se jugaron nomás asociándose con el 33% cada uno. La hostería tenía 17 habitaciones, cafetería para el desayuno, un comedor y cocina. El frente que da a la actual calle 2 eran dependencias en donde vivían los dueños y el personal. Los tres socios se turnaban 3 meses cada uno en invierno y en temporada alta estaban todos juntos. Los primeros 10 años, desde que la compraron, tanto en invierno como en verano la hostería se llenaba permanentemente.

Durante los primeros años llevaban a toda la gente del hotel a comer asado en un lote lindero, tiraban un cable desde el bar, colgaban una bombita, enchufaban la radio y todo el mundo a bailar. Tal era el disfrute de los turistas que luego ellos les invitaban con un asado. Al poco tiempo, Osvaldo Campana vende su parte a Ángel de Martino quedando con el 66% y Fiocco con el 33% restante. 

Aún hoy la tercera generación de aquellos pioneros continúa conservando la tradición de las fiestas de Navidad y Año Nuevo que hacían junto a sus padres y abuelos. Cada uno come con su familia y a una determinada hora en que la gente se retira, se arma una mesa larga y se sientan todos juntos a compartir la misma con toda la gente alojada en la hostería, continúa dándole vida al sueño de sus padres y abuelos y ya una cuarta generación comienza a abrirse camino.