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19 MAY 2019 - 10:30 | Sociedad

Vivir en el Amazonas: la aventura de un médico que ahora es libro

Es Daniel Puliti, un médico de Dolores que viajó tres veces al inhóspito lugar. Historias.

El médico Daniel Puliti con su flamante obra literaria en manos.

Durante tres años seguidos Daniel Puliti, un médico dolorense, viajó al Amazonas. “Quiero un viaje solo, con un guía nativo”, fue la consigna con que se fue conectando con sitios de internet que reúnen a quienes transitan lo que se denomina “turismo de aventura extrema”. Su objetivo: conocer y convivir con la gente de la Amazonia. Y luego de habitar durante 20 días cada vez la selva, acaba de publicar un libro en el que relata sus viajes, que tiene tanto de recorrido geográfico como interior.

“La Amazonia en su totalidad se volvió una obsesión para mí. El tiempo que pasé allí, en estos tres años, cambió mi forma de ver la vida y de disfrutarla”, señala en las primeras páginas del libro que se llama “Mi vida en el Amazonas” este viajero incansable que acaba de concretar una expedición por el Nilo luego de estudiar egiptología durante toda su vida.

Los viajes comenzaron en la brasileña ciudad de Manaos, navegando por el río Negro en kayak, o en Iquitos, Perú, y desde allí se metió en “una de las zonas más vírgenes del planeta, donde conocí personas maravillosas con las que conviví y me sorprendieron por su demostración de que se puede vivir muy feliz sin la necesidad de todo lo que consideramos indispensable en ‘la vida civilizada’”. 

El miedo por el peligro omnipresente, la admiración ante la increíble flora y fauna, la sorpresa ante las formas de vida de la gente que habita el lugar son algunas de las emociones que trasmite Puliti en su relato. “Creí estar en condiciones para enfrentarme a esta experiencia, pero las noches en lo profundo de la selva y durmiendo a la intemperie no parecían certificar eso”, relata. Dormir en lo alto de un árbol, atado con un arnés, para evitar los peligros del suelo, permanecer despierto por el temor a caerse y pasar la noche escribiendo para esperar el día es más que una anécdota, un símbolo de lo que Puliti trasmite en su relato. ¿Por qué hacer todo esto? Como se lee en el prólogo: “Mis ropas, por momentos, se ven apresadas por las infinitas y filosas espinas de la enmarañada selva. Por momentos me hundo en el lodo bajo la hojarasca y eso retrasa más mi avance. La verdad es que no la estoy pasando nada bien, pero estoy en donde deseaba estar desde hace tanto tiempo”.

La invitación de Puliti, entonces, es a meterse a través de las hojas de su libro, en la aventura que -como insiste a cada paso- le cambió la vida.