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19 FEB 2020 - 10:26 | Sociedad
Memoria, Verdad y Justicia

Las huellas de la historia argentina que conserva el cementerio de General Lavalle

Las razones que convirtieron al camposanto lavallense en un sitio de relevancia histórica a partir de la aparición de cuerpos de personas desaparecidas, varias de ellas Madres de Plaza de Mayo, reflejadas en una nota del diario La Nación, cuyos extractos más destacados reproducimos.

Este es el corralón de madera que señala el lugar donde fueron encontrados los cuerpos de algunas de las Madres de Plaza de Mayo. (Foto: La Nación/Santiago Hafford)

Para cerrar el circuito de secuestro, tortura y muerte, los militares del último gobierno de facto (1976-1983) apelaban a los llamados “vuelos de la muerte”, en los que desde aviones o helicópteros tiraban a las personas (vivas o muertas) al Océano Atlántico o al Río de la Plata. Si bien el objetivo era lograr la desaparición del cuerpo, la corriente marina hizo que varios aparezcan en las costas argentinas y uruguayas: 44 se encontraron en la Argentina y 27 en Uruguay.

El cementerio de General Lavalle, ubicado a unos 500 metros de la Ruta 11, fue el destino de los cuerpos –golpeados y maniatados– hallados entre General Conesa y Villa Gesell. Ricardo Montenegro, de 46 años, es el cuidador del camposanto: dice que no atrae al turismo y que tampoco es muy visitado por los deudos de los fallecidos.

Sin embargo, el cementerio conserva importantes huellas de la historia argentina reciente. En uno de los extremos del predio, el más cercano a la ruta, hay cuatro largueros de madera que forman un rectángulo casi al ras del suelo, como si un grupo de peritos hubieran marcado la escena de un crimen. Y algo así pasó.

Y se supo gracias al trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), recientemente postulado al Premio Nobel de la Paz por haber recuperado más de 1000 cuerpos enterrados como "NN".

Todo comenzó cuando en diciembre de 2004, cuando  un grupo de hombres y mujeres del EAAF llegó al cementerio y se dirigió a la sección B. "Éramos cuatro compañeros y ellos nos dijeron ´hagan un pozo acá, así y así´. Vinieron con mucha información, sabían exactamente dónde estaban los cuerpos. Nosotros destapamos nomás. Hicimos dos o tres paladas y ya aparecieron las bolsas de plástico. A partir de ahí ellos empezaron a limpiar con la escobita. Lo que yo me pregunto es quién los puso dentro de esas bolsas", dice el cuidador.

Luis Fondebrider, director ejecutivo del EAAF desde el 2000, cuenta que ellos se encontraron con los huesos envueltos en bolsas pláticas por una inhumación previa que se hizo en 1983. "En General Lavalle había fosas individuales y los cuerpos fueron puestos en bolsas. En esa exhumación las cosas se hicieron mal y se mezclaron los cuerpos", explica.

En el caso del cementerio de General Lavalle, el EAAF pudo identificar a 8 mujeres y 10 varones, muchos de ellos eran miembros del grupo de la Santa Cruz, una iglesia en el barrio porteño de San Cristóbal donde comenzaron a organizarse varios familiares de desaparecidos.

Bajo la tierra lavallense estaban los cuerpos de algunas Madres de Plaza de Mayo: Azucena Villaflor, una de las fundadoras de la organización, María Eugenia Ponce De Bianco, Esther Ballestrino de Careaga y Ángela Auad de Genoves. Y también el de la monja francesa Léonie Duquet.

“Nosotros fuimos en ese entonces a General Lavalle para pedir que identifiquen a los cuerpos que aparecían en las costas. Nos miraban como bichos raros, nosotras no hacíamos otra cosa que llorar", contó Nora Cortiñas, una de las máximas referentes de las Madres de Plaza de Mayo.

El 29 de noviembre de 2017 en la megacausa ESMA III fueron condenados a prisión perpetua algunos de los pilotos y tripulantes que participaron en los “vuelos de la muerte”. Entre los condenados estaba Alfredo Astiz, por considerarlo coautor de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada por ser funcionario público durante la última dictadura militar. Bajo el nombre de Gustavo Niño, Astiz simuló ser hermano de un desaparecido y se infiltró en las reuniones de la Santa Cruz. Luego, la mayoría de sus miembros fue desaparecida.

Los cuerpos identificados fueron devueltos a sus familiares (algunos de ellos se enterraron en la Iglesia de la Santa Cruz), mientras que los otros aún se encuentran en el laboratorio del EAAF. Ahí esperan que surjan nuevas evidencias que les permitan ponerle un nombre a los huesos.

“Dicen que en la sección A hay más desaparecidos, pero para romper los nichos tenés que estar seguro porque ahí hay otros cuerpos, viste. Me acuerdo muy bien de aquel día en el que vinieron los forenses. Esos días quedan en la memoria, ¿no? Yo el pasto que está dentro del corralón de madera no lo piso. Cuando tengo que cortarlo meto la máquina, pero yo me quedo afuera. Por respeto ¿no?", cuenta Montenegro, consciente de que el cementerio de General Lavalle guarda importantes huellas de la historia argentina.