El misterio de La California: el palacio giratorio que ahora pertenece al municipio de Castelli y busca renacer como ícono turístico
La Municipalidad de Castelli adquirió uno de los cascos de estancia más legendarios de la Región: La California. Un palacio ecléctico con historia de manzanos, sidra, fiestas populares y relatos oscuros que alimentan el mito.

Hoy prácticamente no hay manzanos en La California, pero la idea es recuperar el casco para potenciar el turismo en la ciudad.
A la vera de la Autovía 2, en el partido de Castelli, se erige un edificio que durante décadas desató el asombro y la curiosidad de quienes lo veían: La California, un casco de estancia con forma de castillo, que alguna vez fue el centro de un manzanar de 600 hectáreas, con producción de sidra y relatos que aún alimentan su leyenda.
En los últimos días, el intendente Francisco Echarren anunció que el Municipio de Castelli adquirió la propiedad. “Un lugar icónico y hermoso, donde hemos escuchado historias durante décadas, va a ser de Castelli y lo vamos a recuperar. Se va a fomentar el turismo y, lo más importante, va a ser nuestro”, celebró Echarren.
Pero, ¿cuáles son esas historias?
De manzanar a fábrica de sidra
La historia de La California comenzó en 1925, cuando Samuel Levi, un inmigrante de origen polaco o francés (según distintas fuentes), compró la estancia La María, de la familia Guerrero. Comenzó con cultivos de ajo, pero su verdadero éxito llegó con los frutales: 17 variedades de manzanos importados por ingenieros estadounidenses, además de otras plantas traídas de Australia.
En el apogeo de su producción, se exportaban desde el puerto de Buenos Aires hasta 60.000 toneladas diarias de fruta, según testimonios de la época. El emprendimiento dio origen a una fábrica de sidra que usaba cubas de hasta 53.000 litros para fermentar el jugo de manzana, bajo las marcas La California Argentina y María Guerrero.
Entre 1946 y 1988, la sidra y la manzana fueron sinónimo de Castelli, con su propia Fiesta Regional de la Manzana hasta el cierre por quiebra en 1988 y el consiguiente cese de la producción de manzanas en la Región.
El palacio giratorio y sus mitos
El casco, de estilo ecléctico, fue montado sobre una base giratoria -similar a las mesas de rotación de locomotoras- para seguir al sol, pero el sistema sólo funcionó una vez: el peso del edificio lo hizo inviable. Un lago artificial completaba la extravagancia.
Por sus salones circularon figuras de la alta sociedad y la política, y hasta se cuenta que Juan Domingo Perón tuvo intenciones de comprarlo para regalárselo a su amada Eva Duarte.
También sobre Levi pesa un lado oscuro: se lo vinculó a la Zwi Migdal, organización dedicada a la trata de mujeres, y algunos relatos afirman que el palacio supo albergar prostitutas de lujo.
El desafío: recuperar un emblema
Hoy el desafío de Castelli es poner en valor el casco y transformar el lugar en un motor turístico para la Región. Ya no quedan manzanos en las tierras de La California, pero sí un patrimonio cargado de historia, leyendas y oportunidades.