Miércoles 01 de octubre de 2025
01 OCT 2025 - 14:44 | Sociedad
Historias

La Costa: estudiantes de La Lucila del Mar aseguraron que fueron ellos quienes arrojaron la bolsa mortuoria en la casa del docente

Los alumnos de 5º año de la Escuela Secundaria Nº 14 explicaron que se  trataba de un trabajo con temática de Halloween que ninguno se quiso llevar a su casa y por eso lo revolearon en el patio de Nicolás Monje.

“Nadie quería llevar algo tan grande y nuestro compañero lo revoleó a una casa”, dijeron los estudiantes sobre el particular trabajo con temática de Halloween que realizaron.

Nicolás Jesús Monje, el docente y militante por los Derechos Humanos en el Partido de La Costa, denunció haber sido víctima de una amenaza con características mafiosas en su propio domicilio de La Lucila del Mar a raíz de la aparición en el patio de su vivienda de una bolsa negra tipo mortuoria atada con cinta adhesiva que simulaba ser un cuerpo humano, aunque en su interior había botellas plásticas. 

Un par de días después, cuando el hecho tomó estado público y generó una lógica preocupación en la comunidad del Partido de La Costa, una publicación en Instagram permitió conocer que aparentemente fueron estudiantes de 5º año de la Escuela Secundaria Nº 14 de La Lucila del Mar los que habían elaborado y tirado en la casa de Monje la bolsa negra.

Los alumnos explicaron que, en el marco de la Semana del Estudiante, confeccionaron un muñeco como parte de una decoración alusiva a Halloween. Al finalizar la jornada, y ya que nadie tenía ganas de cargarlo hasta su casa, uno de los chicos lo arrojó al frente de una vivienda sin reparar en las consecuencias.

Nadie quería llevar algo tan grande y nuestro compañero lo revoleó a una casa, y nadie dijo nada porque sentimos que fue algo sin importancia, pero vemos que no es así. El muñeco es nuestro, no hubo ninguna intención de amenaza”, explicaron los jóvenes en un posteo difundido por redes sociales, donde pidieron disculpas por la confusión y aclararon que no buscaron intimidar a nadie.

El episodio, que derivó en la realización de una denuncia judicial, terminó revelándose como un malentendido. Pero las alarmas que se encendieron no deberían tildarse de exageradas: es saludable que cualquier sociedad reaccione enérgica y rápidamente ante un hecho de estas características. Y más aún un contexto social marcado por la violencia y los discursos de odio. Si finalmente el asunto no pasa mayores, quedará como una anécdota, y al mismo tiempo una advertencia de un pueblo que está atento a no dejarse intimidar, si ese fuese el caso.