El periodista Martín Arévalo contó el cierre de Casa Arévalo, un comercio histórico de San Clemente del Tuyú
En dos sentidos posteos de Instagram, el periodista deportivo Martín Arévalo, oriundo de San Clemente del Tuyú, relató el cierre de Casa Arévalo, el comercio familiar que marcó a generaciones y formó parte de la identidad del centro de la localidad durante más de 60 años.

Martín Arévalo junto a sus padres en el histórico comercio de de San Clemente.
Hay historias que trascienden a una familia y se vuelven parte de la memoria colectiva de un pueblo. Eso es lo que ocurrió en las últimas horas con los dos posteos que publicó Martín Arévalo, uno de los periodistas deportivos más reconocidos del país, en los que relató con profunda emoción el cierre de Casa Arévalo, el histórico comercio familiar ubicado sobre calle 1 al 2400, en pleno corazón de San Clemente del Tuyú.
En su relato, en dos posteos en Instagram, Arévalo reconstruye el origen de la historia familiar: la llegada de su madre al pueblo junto a sus padres, el primer almacén de ramos generales, el encuentro con su padre —Manuel Arévalo, oriundo de Dolores— y el nacimiento, un 23 de noviembre de hace más de seis décadas, de un negocio que con el tiempo se convirtió en un verdadero emblema local.
Casa Arévalo fue mucho más que un comercio. Bazar, limpieza, hogar, perfumería, electricidad, ferretería, artículos de playa y jardín: “al que le faltaba algo, lo encontraba ahí”, resume el periodista. Un local enorme, con cinco depósitos, construido con esfuerzo artesanal, donde cada estantería y cada mostrador guardaban horas de trabajo familiar.
En ese espacio transcurrió la infancia de Martín y de sus hermanos. Juegos en la vereda, platos de ravioles compartidos, meriendas improvisadas bajo la escalera, y jornadas interminables detrás del mostrador de madera. “Crecimos y aprendimos a trabajar en el bazar”, escribe, con una honestidad que atravesó a miles de lectores.
El cierre no fue solo bajar una persiana. Fue desarmar, artículo por artículo, una parte de la historia familiar. “Se nos fue desarmando el alma”, confiesa Arévalo, en una de las frases más fuertes del texto. También recuerda a los empleados, a los clientes de toda la vida, a los turistas que pasaron por San Clemente y a cada persona que dejó una historia en ese comercio.
En un gesto cargado de simbolismo, menciona el Sagrado Corazón que estaba detrás de la caja, al que su mamá y su papá besaban cada mañana al abrir y cada noche al cerrar. “Ese Sagrado Corazón bendijo el negocio y el camino de mis padres durante más de 60 años”, escribió.
El mensaje final no habla solo de un cierre, sino de una herencia que permanece: los valores, el trabajo, la familia y la identidad. “Esos valores no cierran, quedan para siempre. Como Casa Arévalo”, concluye.
Una historia íntima, pero también profundamente san clementina y costera.












