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27 JUL 2011 - 09:35 | Sociedad

¿De qué se trata Tecnópolis?

La visitamos especialmente con la intención de explicarles a nuestros lectores de qué se trata Tecnópolis, la muestra de ciencia y tecnología que es un éxito de multitudes.


Por Mariano Vázquez
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Tecnópolis no es una Feria como la del Libro ni es una Expo como la de La Rural. Se trata de un punto de inflexión, un hito, un paréntesis atemporal (no anacrónico), que permite ver de dónde vino y hacia dónde va. ¿Qué cosa? La ciencia.

Tecnópolis está emplazada en un predio de cincuenta hectáreas en la municipalidad de San Martín, más precisamente en Villa Martelli. Es decir, al noroeste de la ciudad de Buenos Aires. No está montada, como las ferias mencionadas que se realizan en Palermo, sino que está emplazada. En derredor hay una pequeña vía sobre la que un tren eléctrico, pintado con los colores que identifican a los cinco “continentes” en que se organiza la exhibición: aire, agua, fuego, tierra e imaginación, recorre el parque. En ellos, más de 100 stands.

CINCO CONTINENTES. A primera vista se puede decir que los continentes no tienen una distribución equilibrada dentro del parque, algo que los detractores pueden ver como el desarrollo tibio que tiene la ciencia argentina. Sin embargo, cada continente tiene un gran atractivo que entra por los ojos y que, no sólo pega primero, sino que pega dos veces.

IMAGINACIÓN. En las puertas de “Imaginación”, el primer continente si se ingresa por la Avenida Constituyentes, el visitante se encuentra con una locomotora y un vagón presidencial de principios de siglo. Cómo los continentes no tienen límites infranqueables, es válido aclarar que la muestra ferroviaria que culmina con la presentación de los nuevos vagones de dos pisos, pertenece al continente Tierra. Pero en ese contexto, la imaginación no sólo añora ese medio de transporte antiguo sino que anhela eso que se exhibe como promesa; que va más allá de los nuevos vagones y se materializa en una nueva oportunidad para el entramado ferroviario que quedó desguasado por obra del neoliberalismo. Frente a ellos puede apreciarse el valor agregado que se ha desarrollado en el país en lo referido a tecnología agropecuaria.

“Imaginación” es el continente más grande, tiene una arista didáctica y cuenta, en su haber, con un  espacio destinado al CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) en el que se homenajea a sus tres premios Nobel, un skatepark, un salón donde se aborda poéticamente cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego) y la nave de la ciencia, entre otros, donde pueden presenciarse charlas a cargo de reconocidos científicos argentinos.

FUEGO. Cada continente está identificado por un símbolo que combina un color y una figura geométrica. Así, el continente “Imaginación” está representado por un círculo blanco dividido por una línea sobre un fondo naranja, el continente “Fuego” es un hexágono cruzado por dos paralelas sobre fondo fucsia. En el límite entre “Imaginación” y “Fuego” se alza una torre de Eling, ese coloso de acero que transporta, a lo largo de las desoladas rutas, los cables de alta tensión que alimentan a las ciudades. Sin embargo, la niña bonita de este continente es la experiencia Atlas, que permite conocer el LHC (Gran Colisionador de Hadrones) donde cientos de chicos forman fila durante todo el día para conocerlo.

@bloqueI@TIERRA. Después del “Fuego” se llega a la “Tierra”. Y desde ahí, debido al desnivel que ofrece la calle Bernardo Houssay,  se puede ver la otra entrada del Parque: el portal de la democracia, un erguido Tronador II, vedette del continente “Aire”, y el imponente espacio cuadrangular destinado al uso racional del agua. En “Tierra” puede verse, quizás con devoción para los más pequeños, la muestra de los dinosaurios argentinos, el desarrollo de cultivos óptimos para la tierra y la tecnología de avanzada del INVAP, partícipes estelares, estos últimos, en el desarrollo del satélite Acquarius Sac-D.

AGUA Y AIRE. Estos últimos dos continentes ofrecen el paisaje más inusual para su visitante. El 90% de la gente que recorre Tecnópolis no ha tenido la fortuna de ver tan cerca un generador eólico y oír el zumbido de sus aspas surcar el aire, sentir el metal que cubre el Pulqui II, tener una noción de las dimensiones del Tronador II y visitar la muestra de Hielos Argentinos.

El parque del bicentenario Tecnópolis no fue pensado como una muestra temporaria. De hecho, permanecerá abierto hasta fin de año. Tecnópolis es un parte temático que no sólo refleja el trabajo de cientos de científicos que durante años trabajaron en este país, sino que pone el foco en aquellos que en la actualidad lo siguen haciendo y evidencia la decisión estratégica de poner a la ciencia y la investigación en el lugar que el libre mercado vilipendió.

En los últimos siete años, más de 800 investigadores volvieron al país y muchos de ellos están involucrados en proyectos de envergadura internacional, como el Gran Colisionador de Hadrones. Un parque temático de estas características no es un capricho proselitista, ni una disputa polarizada con el sector primario de la economía. No se propone mostrar los logros y los proyectos a futuro de la ciencia, sino que apunta, sobre todo, a imprimirle una impronta de respeto por la dedicación y el trabajo que día a día encaran investigadores e institutos de todo el país. Recomendado de visitar y disfrutar.