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10 MAY 2019 - 14:46 | Sociedad

Cumplió 100 años, vio a Perón en la Plaza del 45 y aún anda en bicicleta

Antonio Loliscio llegó a Las Toninas aún antes de la fundación del pueblo. Una historia de trabajo y esfuerzos.

Antonio conoció el mar viniendo de vacaciones a una zona llamada playa “La Margarita”, que dio comienzo a la fundación de lo que hoy es Mar de Ajó.

“100 años no son nada, nene”, es una de las tantas frases muletillas que Antonio Loliscio les dedica a sus 8 nietos, 14 bisnietos y a cuanta persona se acerca a felicitarlo. El 17 de abril cumplió un siglo de vida y sentado en el living de su casa en Las Toninas, con una cálida sonrisa nos invita a tomar asiento y comienza a relatar como un cuento su historia de vida en La Costa.

Antonio conoció el mar viniendo de vacaciones junto a su familia y amigos a una zona llamada playa “La Margarita”, que dio comienzo a la fundación de lo que hoy es Mar de Ajó. “Como mi cuñada tenía un pariente, veníamos cada vez que podíamos. El colectivo entraba por la playa desde San Clemente hasta Mar de Ajó. El viaje ya era una odisea”.  Así fue como, en una de esas escapadas junto a su amigo y compañero de trabajo de la fábrica Alpargatas, Pedro Andreu, conocieron y entablaron amistad con Luis María Álvarez Drago, quien en 1959 quedó a cargo de la venta y urbanización de lo que sería luego Las Toninas.

Un día Andreu decidió vender su casa, dejo la fábrica y se instaló en las Toninas vendiendo lotes junto a Drago. “Pedro me pedía que lo viniese a visitar y por él conocí Las Toninas cuando no había nada ni nadie. Así como llegué terminé comprándole un lote en la 1 y 40. Lo compré por comprar y así como yo muchos conocidos comenzaron a comprar lotes como una inversión. Con Andreu debemos haber traído media fábrica de Alpargatas a comprar terrenos. Sólo se podía edificar de la cuarta calle a la playa, el resto era todo médano. Teníamos como cuatro cuadras de playa y junto a Drago y Andreu nos la pasábamos pescando”.

Su cara se ilumina y el relato de sus recuerdos se asemeja a un libro de cuentos fantásticos para quienes no vivieron la historia. “En los primeros años en que no había nadie, a veces veníamos los hombres solos sin mujeres para edificar las casas primitivas y después del mediodía nos metíamos a bañarnos al mar desnudos. El crecimiento de las Toninas se fue dando de a poco hasta que mucha gente, en lugar de ir a Mar de Ajó, quiso conocerla por sus playas que eran las más limpias y más grandes. Se veían muchísimas toninas y eso significaba que había cardúmenes de peces y se pescaba muchísimo más. Todas las tardes uno se acercaba a la playa y las veías pasar, era un espectáculo maravilloso”.

Antonio vivía en Avellaneda pero hasta el día que se jubiló siempre pasó los veranos y cualquier feriado del año en Las Toninas. “Venía y siempre me hacía alguna changuita. Yo me las rebuscaba como albañil, electricista o con plomería y siempre conseguía algún trabajo que me cubría lo gastos”.

A los 26 años Loliscio fue participe de un hecho histórico que marcó un antes y un después en la historia política argentina. Con su bicicleta de aluminio con la que competía como corredor, la cual aún conserva como reliquia, salió de su casa de Avellaneda para sumarse a la manifestación que se dirigía a la Plaza de Mayo el 17 de octubre de 1945. “Trabajaba en la fábrica y jamás voy a olvidar ese día. Tuve que saltar el puente con la bicicleta porque la policía lo estaba levantando justo para evitar que la gente cruce de Provincia hacia Capital. Era tanta la gente y el ruido que había que los policías comenzaron a bajar el puente y gritaban: corramos que nos matan”, dice riendo. “Con la bicicleta yo iba encabezando la manifestación, salí fotografiado en todos lados. La gente se iba sumando espontáneamente. La gente no se iba hasta que no liberaran a Perón. Fue increíble verlo salir al balcón. El pueblo lo liberó. Ese recuerdo uno no se lo olvida más”.

Aunque Antonio vivió yendo y viniendo a Las Toninas permanentemente, se radicó definitivamente en 1998 viviendo junto a su hija Norma, quien hace 35 años decidió vivir en la localidad. “Pasamos años muy duros. No había trabajo. Vivíamos de la pesca y de lo que cosechábamos. Esa fue la época negra. Por suerte a partir de 2003 las cosas se fueron acomodando y ahí comenzó a crecer Las Toninas”, cuenta la hija de Antonio, quien se desvive por su padre.

“Querer es poder”, es otra de las frases que Antonio no sólo dice sino que lleva a la práctica y como además conserva una vista prodigiosa se la pasa leyendo y mirando noticias. “Hasta ahora nunca deje de votar y tengo 100 años”, afirma con esa sabiduría que dan los años. “Para mantener la juventud siempre hay que mantenerse activo, estar ocupado y buscar siempre tener algo para hacer”, resalta.

“Razono como tengo que razonar. Ya cumplí los 100 años y las tablas de multiplicar te las digo todas de memoria. Los años suman, pero dentro de lo normal, tampoco uno puede hacer milagros aunque lo estoy haciendo con lo que estoy viviendo”, concluye Antonio para rápidamente buscar su histórica bicicleta y tras la foto salir pedaleando por Las Toninas. Y por la vida.