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21 JUN 2019 - 09:08 | Sociedad

Día Internacional del Surf: hace cuatro décadas llegaba a la Argentina con su particular estilo de vida

Este sábado es el Día Internacional del Surf, la excusa para conocer los orígenes y detalles de una práctica que es mucho más que un deporte.

El surf entra a la Argentina desde Mar del Plata a principios de la década del 70. Comprar una nueva tabla para comenzar a practicarlo ronda unos 6 mil y 10 mil pesos.

El Día Internacional del Surf, que se celebra anualmente el tercer sábado de junio en todo el mundo como agradecimiento a nuestros océanos, olas y playas, fue declarado recientemente de interés municipal por el Honorable Concejo Deliberante de La Costa. El Surfing Day se llevó a cabo a través de limpieza de playas, jornadas educativas, culturales y diferentes acciones que concientizan sobre la importancia y cuidado de las playas y los océanos.
 
El surf entra a la Argentina desde Mar del Plata a principios de la década del 70 llegando a La Costa en los años 80 cuando comenzaron a venir surfistas desde la ciudad de Buenos Aires a pasar los veranos en las playas del distrito costero. “Me crié en Santa Teresita pero iba siempre con mi familia a Mar del Plata y veía
como la gente surfeaba en Playa Grande. Mi viejo era windsurfista y yo también lo practicaba, pero siendo tan chiquito, armar el equipamiento y llevarlo a la playa era mucho laburo y lo que yo quería era hacer surf”, nos cuenta Santiago Estivariz. A los 9 años tuvo su primera tabla y comenzó a montar las olas de nuestras costas allá por el año 83. Casi un pionero en la materia.

Año tras año en cada localidad del Partido de La Costa el deporte comenzó a crecer y a tener sus primeros adeptos. Hacia 1997 surgieron las primeras escuelas de Surf en La Costa que marcaron un camino en la enseñanza de este deporte en la playa, como una actividad más para el turista y para los residentes de las distintas localidades.

Aquellos pioneros que aún hoy continúan ofreciendo sus enseñanzas fueron Rodrigo Fuertes Boccia con su escuela en San Bernardo, Federico Martens con “Buenas Olas”, antiguamente llamada “Locals” en Mar de Ajó, y el propio Estivariz con “Loa”, en Santa Teresita. Y con el correr de los años se fueron sumando muchas más escuelas en cada una de las localidades posibilitando el aprendizaje del deporte.

Una de las mejores atracciones turísticas que tiene la costa son las playas en donde las cuatro principales actividades que se realizan son la pesca, Kayaks, Surf y Bodyboard. “El 95% del turismo que viene a La Costa lo hace atraído por el mar. Desarrollar y fomentar este tipo de actividades atendiendo un poquito más las necesidades de los deportistas atrae muchísima gente, como se ve reflejado en Mar del Plata en donde el surf se convirtió en una atracción turística de todo el año”, afirma Pablo desde la playa mientras mira las condiciones del océano para entrar a surfear un rato.

Según dicen los entendidos, en el Partido de La Costa el mejor lugar para cabalgar olas es Punta Médanos, 20 kilómetros al sur de Mar de Ajó, rumbo a Pinamar por la Ruta 11. Allí el mar genera diferentes rompientes en donde se puede surfear todo el año, sobretodo en otoño y primavera. “Recién esta generación está empezando a utilizar un poco más la playa y el mar, un recurso gratuito e ilimitado que está para ser usado todo el año. El mar sirve como medio para hacer deporte, para socializar, para divertirse, y también es un medio inclusivo. Allí uno está en el agua con una malla, una tablita y somos todos iguales. No hay autos, no hay ropa de marca. Estar en el mar es donde todos se divierten por igual”, analiza Estivariz.

“En mi caso es más un estilo de vida que una actividad deportiva. Como surfista creas esa dependencia con el océano y no solo lo necesitas para estar bien, sino que lo necesitas para no estar mal. Esa doble dependencia hace que uno empiece a condicionar su vida para siempre estar en contacto con el mar”, sentencia Santiago.

Uno de los principales beneficios que tiene la práctica del surf es que aleja a las personas de la realidad cotidiana y lo introduce en un mundo acuático donde se está al cien por ciento rodeado de naturaleza, por lo que se convierte en un combo perfecto para mejorar la salud. Más allá de quienes compiten profesionalmente, el surf se puede aprender y practicar a cualquier edad. El único requerimiento, aunque suene obvio, es tener muchas ganas y paciencia ya que el sólo hecho de mantenerse sentado en la tabla es un logro y la satisfacción al pararse sobre ella despierta en sus adeptos una especie
de sana adicción.

“El surf es disfrutar de la playa, compartir con amigos, aprender todo el tiempo. Es la necesidad de correr la próxima ola, de superarse uno mismo pero disfrutando sin presiones externas. Es lograr el bienestar que genera el estar en contacto con la naturaleza en libertad y armonía”, dice Ariel, quien también comparte su pasión junto a sus hijos.