Jueves 28 de marzo de 2024
21 DEC 2022 - 07:56 | Sociedad
Sociedad

Terminar la primaria a los 80 años: La historia de Don Cipriano

Quedó huérfano desde muy niño y tuvo que salir a trabajar a las fincas de uva y duraznos de Rivadavia. Tuvo que dejar la escuela, pero se decidió hace poco a retomar los estudios y demostró que nunca es tarde.

Don Cipriano Pérez finalizó como abanderado la escuela primaria a través de un aula satélite dependiente del Cebja 3-118 Ingeniero Giagnoni, cuya directora es Laura García.

Las clases fueron dictadas por la docente Beatriz González en el centro de día El Jarillal, donde acude de lunes a viernes de 8.30 a 16.30 a realizar distintas actividades, todas con el objetivo de mejorar su calidad de vida.

Algunos años después de quedar viudo tras más de 5 décadas de compañerismo, Cipriano decidió mudarse al Hogar de Abuelos Don Ramón, situado en Rivadavia. Allí encontró su lugar en el mundo y personas maravillosas que lo rodean. Eso sí: de lunes a viernes jamás deja de asistir al centro de día recreativo que brinda talleres de estimulación cognitiva, artística y de movimiento con el fin de brindar herramientas para que los mayores tengan autonomía.

Y así fue que allí llegó la propuesta educativa para Cipriano y también para otros de sus compañeros que también se sumaron. “Tenía 7 años cuando tuve que salir a trabajar junto a todos mis hermanos. Mi padre se fue pronto y no quedó otro remedio. No había podido terminar la primaria porque quedé aplazado en Aritmética”, repasa, en diálogo con Los Andes.

Hijo de Carmen Cornejo y de Diego Pérez, inmigrante español y ferroviario, Cipriano había comenzado la Primaria en la escuela Bernardino Rivadavia.

Más tarde, tuvo kiosco toda la vida, siempre en su ciudad de origen, y siempre le fue “requete-bien”. Cuenta que sacaba las cuentas “en lápiz y papel”. Y agrega: “Jamás usé la calculadora. De esa manera practiqué matemática toda la vida. En fin, pero recién ahora logré aprobar”, dice entre risas, para reflexionar, convencido: “El estudio es la base del progreso y del futuro. Es el único mensaje que puedo dejarle a los jóvenes. Que estudien, que nunca bajen los brazos”.

Su sorpresa al quedar en el cuerpo de la bandera fue “enorme” y resultó tan grande el estímulo que hasta se anima a seguir soñando con continuar estudiando la secundaria.

“Creo que mucha gente no se anima y es primordial estudiar”, remata, para evocar su infancia cosechando uvas y duraznos. Gran parte de la producción era para la propia subsistencia familiar ya que el dinero escaseaba.

Marisa Altamirano, propietaria del Hogar Don Ramón donde vive este verdadero ejemplo de vida, lo define como una persona con gran calidad humana que se ganó el cariño de todos los residentes.

Por su parte, Eluney Araya, a cargo del centro de día “El Jarillal”, dijo que Cipriano es “la persona más buena del mundo”. En este último establecimiento los abuelos acuden de día para desayunar, almorzar y merendar. Cuentan con psicóloga, trabajadora social, nutricionista, enfermera y auxiliares.

Cipriano confiesa haber recuperado en ambas instituciones la alegría que había perdido cuando quedó solo. Y explica que el centro de día es un dispositivo social que brinda prestaciones socio-sanitarias de lunes a viernes y de apoyo para que las personas mayores puedan continuar siendo autónomas el mayor tiempo posible. Se brindan servicios de alimentación y atención integral diurna a través de actividades planificadas recreativas que favorecen la motivación, las aptitudes y capacidades, la autonomía, el entrenamiento cognitivo, entre otros, para mejorar el rendimiento en el desempeño cotidiano.

“Al igual que yo, hay personas mayores de 60 años que estamos en la misma situación. Nos sentimos acompañados, aprendemos, conversamos y ejercitamos la mente combatiendo el aislamiento y la soledad" manifestó.

Cipriano es el primero en concurrir a los talleres de estimulación cognitiva, artística y de movimiento a cargo de personal especializado de cada área.

“No puedo pedir más. Atravesé solo seis años hasta que me di cuenta de que no podía más. Fueron tiempos muy difíciles y fue así que decidí acudir al hogar donde vivo y al centro de día. De ese modo estoy ocupado”, menciona, para comentar que se les suele hacer el seguimiento a cada asistente y ayudarlos a la autonomía funcional y al retraso de la dependencia mediante herramientas que otorgan calidad de vida.