Tras la presión de los residentes, el Gobierno de Milei retrocedió y aumentó los sueldos en el Garrahan
Los médicos residentes habían iniciado asambleas por mejoras salariales y condiciones laborales. Tras el reclamo, el Gobierno cedió y anunció un aumento del 30%: cobrarán $1.300.000 desde julio. El comunicado incluyó ataques a la “militancia kirchnerista”.

La decisión representa un incremento nominal del 30% y busca frenar el conflicto que había ganado visibilidad en los últimos días.
El Gobierno de Javier Milei dio marcha atrás y anunció este domingo un importante aumento salarial para los médicos residentes del Hospital Garrahan, luego de varios días de tensión, asambleas y amenazas de paro. Desde el 1 de julio, pasarán a cobrar $1.300.000 mensuales, frente a los $797.000 actuales.
La decisión representa un incremento nominal del 30% y busca frenar el conflicto que había ganado visibilidad en los últimos días, con fuertes críticas desde el sector de la salud y la sociedad civil. Según explicaron fuentes oficiales, el ajuste se implementará a través de un aumento de la suma adicional que transfiere el hospital, que subirá de $200.000 a $500.000.
Aunque la medida fue celebrada por los trabajadores, el comunicado difundido por el directorio del Garrahan no evitó la polémica. Redactado bajo supervisión de la Casa Rosada, el texto asegura que el aumento “no fue producto de medidas de fuerza guionadas por la militancia kirchnerista”, en un intento por deslegitimar políticamente el reclamo de los residentes.
Además, el comunicado insiste en que continuará el proceso de auditoría interna en el hospital, en línea con la política de recorte del gasto público: “Estamos erradicando los desvíos presupuestarios y gastos superfluos”, señala el texto oficial.
La tensión había escalado en las horas previas, con los residentes en pie de lucha por mejores condiciones laborales y sueldos que superen la línea de pobreza. El Gobierno había pedido suspender por 48 horas las medidas de fuerza, pero terminó cediendo ante la presión del reclamo.
Con este giro, el Garrahan se convierte en un nuevo caso testigo del impacto social del ajuste, pero también de los límites que encuentra el oficialismo cuando la protesta se organiza y gana respaldo.