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05 MAY 2019 - 23:12 | Sociedad

Historias desde los juzgados de Dolores que sacudieron al país

De Martín Fierro a D'Alessio, los casos más resonantes que se juzgaron en Dolores.

Por los tribunales de Dolores han pasado numerosos casos de resonancia nacional.

Desde Martín Fierro a Marcelo D’Alessio, desde las monjas francesas y otras víctimas de los vuelos de la muerte hasta el asesinato de José Luis Cabezas, por los tribunales de Dolores han pasado numerosos casos de resonancia nacional. En todos ellos, un tranquilo juzgado terminó produciendo noticias que repercutieron poderosamente en todo el país y generaron movimientos políticos de importancia.

MARTÍN FIERRO

Aunque seguramente no tenía ni idea de lo que pasaría después con su decisión, lo cierto es que en 1866 fue el juez en lo criminal de Dolores Joaquín Cueto el que condenó a un gaucho llamado Melitón Fierro por heridas leves en riña al servicio militar compulsivo en la zona de Azul. Esta historia fue la base de uno de los libros políticos más potentes de la historia argentina –junto, quizás, con su contrapartida, Facundo- con el que José Hernández basó su denuncia contra el entonces presidente Domingo Sarmiento.  Pero no es necesario irse tan lejos. Con la vuelta de la democracia surgieron casos que se viralizaron (sin redes sociales) por todo el país.

LOS VUELOS DE LA MUERTE

A 20 días de la asunción de Raúl Alfonsín a la presidencia, en 1983, el juez Agustín Villasol se presentó en el cementerio de General Lavalle para supervisar las tareas de exhumación que había ordenado en una fosa donde había, se sospechaba, una treintena de cadáveres enterrados como NN. Estos cuerpos habían sido encontrados en la Costa Atlántica, con claros signos de tortura. Luego se estableció que habían sido arrojados desde aviones, todavía vivos. Entre otros, se identificaron los cuerpos de las madres de Plaza de Mayo: Azucena Villaflor, Esther Ballestrino y María Ponce y el de la religiosa francesa Leonie Duquet. En 1995, el ex capitán de la Armada, Alfredo Scilingo, admitió en una entrevista periodística que había participado de esos crímenes y que se trataban de una práctica habitual en aquella época. “Los arrojábamos al mar desnudos, uno por uno, de 15 a 20 cada miércoles”, luego de ser adormecidos por médicos. Scilingo fue condenado en 2007 por el juez español Baltasar Garzón a 1.084 años de prisión tras ser hallado culpable de crímenes contra la humanidad cometidos en la Argentina.

TODO POR UN JARRÓN

En 1996, el juez federal de Dolores, Hernán Bernasconi, buscaba investigar una red de narcotraficantes que tendrían en su organización nombres de alto impacto mediático. Desde su juzgado se ordenó la detención del futbolista Alberto “Conejo” Tarantini y de Guillermo Coppola, entonces representante de Diego Maradona. En torno de este caso se montó un show mediático que tenía como figura central al juez –se recuerdan hoy sus conferencias de prensa diarias en la puerta del juzgado- pero también a sus policías “de elite” y a una serie de jóvenes mujeres que llenaron de asombro a los dolorenses y poblaron los programas de chimentos de la tele. En el allanamiento a Coppola, se secuestró un jarrón donde habría habido droga, el que pasó a ser símbolo de un caso que marcó la farandulización de la Justicia en tiempos de menemismo explícito y pizza con champán.

Como resultado de todo, Bernasconi fue procesado como jefe de una banda que se dedicaba a inventar causas por drogas contra gente famosa, huyó a Brasil donde estuvo prófugo hasta que se lo capturó y se lo condenó, en 2002, a 9 años y 6 meses de prisión. Como miembros de esa asociación ilícita también fueron condenados el secretario del juzgado, Roberto Schlagel, y los ex policías de su "grupo de elite" Daniel Diamante, Antonio Gerace y Carlos Gómez. Todos ellos cumplieron sus condenas.

LA REBELIÓN DE LOS NUTRIEROS

El 20 de abril de 1996, Cristian Cicovicci fue asesinado de un balazo mientras estaba nutriando con dos amigos. Tenía 18 años y, por esas épocas, la venta de cueros de nutria era una forma de paliar la crisis que estallaría en 2001. Lo mató un oficial de policía, Oscar Cuello, en un campo de Pila, y los que estallaron fueron los amigos de Cristian: cuando lo bajaron del patrullero en los Tribunales intentaron lincharlo y se salvó porque los policías que lo llevaban lograron esconderlo en un baño del edificio. En el pueblo se conoció este hecho como “la rebelión de los nutrieros”.  Según se comprobó, Cuello intentó robarle los cueros y, ante la negativa del joven, le disparó en la cabeza. También quedó demostrada la práctica habitual de robar por parte de la bonaerense. En principio, se le dio una condena de 10 años de prisión que luego se conmutó a seis años. Casación revisó esta medida y lo condenó a una pena de 15 años.

NO SE OLVIDEN DE CABEZAS

El 25 de enero de 1997, el fotógrafo José Luis Cabezas fue encontrado asesinado en un campo de General Madariaga, en el camino que recorría habitualmente el entonces gobernador Eduardo Duhalde cuando iba a pescar. La investigación cayó en manos del juzgado de José Luis Macchi y poco a poco empezó a revelar una trama sórdida en la que se entretejían la policía, la política  y los intereses empresariales. El poderoso empresario Alfredo Yabrán se suicidó en mayo de 1998 cuando se enteró que lo habían procesado como instigador del crimen.

Por este caso, se desnudó la guerra entre la Casa Rosada y la gobernación bonaerense, cayeron ministros como Elías Jassan, titular de Justicia de Carlos Menem, de estrecha vinculación con Yabrán, pero sobre todo, se puso en evidencia la trama criminal de lo que luego se dio en llamar “la maldita policía”: la Bonaerense encabezada entonces por Pedro Anastasio Klodczyk. Un policía, Gustavo Prellezo, fue condenado como coautor del hecho, al igual que el comisario de Pinamar, Alberto “Liebre” Gómez, responsable de liberar la zona para el asesinato.

CONMOCIÓN EN CHASCOMÚS

Raúl Alfonsín estaba haciendo campaña en su pueblo, Chascomús, la noche del 28 de septiembre de 1997, cuando en la comisaría a algunos policías, entre ellos el jefe de calle Fermín Basualdo, un pibe de 16 años que habían levantado cerca de allí “se les fue” en medio de una golpiza. Los policías tiraron su cadáver junto a las vías para intentar simular –demasiado burdamente, como se demostró después- un accidente. Toda la comunidad reclamó el esclarecimiento del hecho que la justicia de Dolores tardó años en recaratular como un caso de torturas y homicidio. La protección a la policía fue notable; la iglesia chascomunense se puso al frente del reclamo, incluso en la figura del obispo Juan Carlos Maccarone, que luego, en Santiago del Estero, se vio envuelto en un confuso episodio con videos de su vida privada.  Recién en 2014 se condenó a Basualdo por el crimen y ahora se prepara el juicio oral para el titular de la comisaría Tomás Freites. La muerte de Emilio Blanco fue otro más de los hechos de gatillo fácil de la maldita policía bonaerense.

LA BANDA DE LOS SEGUROS

En el año 2000 fueron detenidos, por orden de la Fiscalía a cargo de Claudia Castro, los integrantes de un grupo que actuaba entre Balcarce, Mar del Plata y Avellaneda con un modus operandi muy particular: armaban carpetas bancarias, pedían créditos, sacaban tarjetas y tomaban seguros de vida por miles de dólares a nombre de personas de muy bajos recursos y luego los asesinaban para cobrar esos seguros.

La particular manera de actuar de la banda representó de manera muy clara los efectos de un país sumido en la bicicleta financiera. En 2003 Daniel Stédile y Jorge Fernando Gugliermetti fueron condenados a reclusión perpetua, el abogado Osvaldo Mairal y Héctor Noble recibieron prisión perpetua y a Marisa Espinosa, esposa del último, se le aplicó la pena de cuatro años y cuatro meses de cárcel.

UN MISTERIO SIN RESOLVER

El 25 de octubre de 2001, Rubén Darío Jerez fue visto por última vez en una esquina de Santa Teresita. Después, todo fue como si se lo hubiese tragado la tierra. En 2013, se juzgó a una serie de personas, algunas relacionadas con el gobierno municipal del radical Guillermo Magadán, por encubrimiento. Todos fueron absueltos por el tribunal dolorense. Posteriormente, Casación ordenó la realización de un nuevo juicio, pero la defensa de los imputados logró la prescripción de la causa por encubrimiento. En octubre del año pasado, el fiscal Diego Benzi consiguió recursos para dar nuevo impulso a la causa principal, por la averiguación de qué fue lo que pasó con Jerez y por qué, durante 17 años, solo ha habido silencio en torno a él.