Jueves 10 de octubre de 2024
17 JUL 2022 - 10:03 | Culturas

La Cantina de Don Gato: un emprendimiento dolorense con arte e historia popular en su ADN

Con la conducción del artista plástico Aco García y la chef Mery Martínez Mollard, el negocio copa la ciudad con una propuesta disruptiva.

Aco García, Chona Etchegaray como invitada y Mery Martínez.

A la casa de Machado 140, en Dolores, había que demolerla. Eso decían algunos familiares de Rosa, la expropietaria, preocupados por el estado de la vivienda y que allí viviera sola una persona de casi 90 años.

Rosa es mi abuela y recorrí esa casa durante más de dos décadas. Estaba detonada, es cierto, pero siempre tuvo encanto. Las lajas de la vereda se levantaron, pero mi abuela la baldeaba todos los días con Poett fragancia lavanda; después ponía almohadones en los escalones de granito de la puerta y se sentaba ahí a conversar con los vecinos y las visitas. Sumaba alguna silla Colombraro blanca y hasta un banquito rojo comprados en el bazar de su vecino de calle Olavarría, Luis Ávila.

De alguna manera, la vereda se había convertido en el espacio más habitable. Y ahí se reunía el barrio. Desde la muerte de Julio, su último marido, el garage quedó cerrado. Nadie nunca más entró.

El que le ganó la batalla al tiempo fue el zaguán. Jamás perdió su encanto. Elegante. Al final un ventanal que iluminaba casi todo. El piso, antiquísimo, amarillo y rojo con una guarda en los bordes. Era un espacio eficiente, anfitrión. Tenía una puerta de dos hojas que siempre estaba abierta y se comunicaba con el comedor. Ahí la chanchita que a las 14 anunciaba los números de la lotería ocupaba una mesita baja tapada con un repasador para que no junte polvo. También había una mesa con un mantel de tela y otro de plástico encima. Galletitas, muchas y distintas. Todas feas. Algunos cuadros de gatos tipo Chatrán, un reloj ruidoso y almanaques de verdulería con imágenes de paisajes que no vemos en la vida real. ¿Existirán?

El tocadiscos ya se había jubilado y trabajaba como mesa auxiliar. Arriba un costurero. La cocina tenía un detalle: dos hornallas siempre prendidas. Una ocupada a la mitad por una pava con la que se cebaba mates. La otra, en mínimo, con otra pava siempre calentándose. La función era clara: que el agua nunca se enfriara, que la ronda mientras hubiera visitas no terminara. Mi abuela escondía en ese comedor muchos misterios. 

Recorrer el resto de la casa era difícil. Un pasillo hacia la despensa empezaba a darle forma de laberinto. Ese camino tenía una puerta difícil de abrir y ruidosa que daba a la cocina y si habías llegado hasta ahí tenías que tener cuidado porque el piso estaba hundido. A ese deterioro le decíamos “el pozo” y para ir al baño había que atravesarlo. El relato de peligro se escuchaba casi tan dramático como una narrativa de supervivencia en la selva. Y algo de eso había porque una vez atravesado “el pozo”, para llegar al baño había que caminar por debajo de una parra.

Por todo esto el zaguán vio un día un desfile de gente que no había visto nunca. Aquellas personas vaciaban el lugar. Se fueron muebles, papeles, adornos. Se fue mi abuela que todavía vive, pero no ahí. Otros se fueron para siempre.

Una pareja joven había comprado la casa. ¿Qué iban a hacer con ella? La iban a tirar abajo, iban a construir otra con fachada más moderna, decían. 

Pero no.

El garage: volvió a ver el sol, pero como dietética. El proyecto creció y un día se armó una peña, algunos cocinaron, otros tocaron sus instrumentos y cantaron. Unas mesas acá, otras mesas allá. No más ambientes, solo un espacio para ocupar. Nació La Cantina de Don Gato y la casa resucitó.Con alegría, magia, amistad y arte. No se tocó la fachada ni se cambiaron los colores, se la decoró con objetos antiguos y se sumaron las obras de uno de sus dueños. En tiempos de experiencias inmersivas y búsqueda de realización de producciones con impacto sensorial La Cantina de Don Gato podría competirle a varias muestras de arte.

Ofrece pintura, música, degustación de platos típicos y un viaje en el tiempo con todo lo surrealista que resulta hoy disfrutar de lo simple y reírse con afectos.

“Todo comenzó a principios del año  2017, cuando vi sobre calle Machado al 140, en mi ciudad de Dolores, estaba en venta la casa de Rosa; que queda media cuadra de la casa de mis padres, donde viví toda mi infancia, así que pensé, que esta era mi oportunidad, de adquirir la propiedad, siempre hay algo que nos pasará a muchos, que el barrio donde uno se crió, tira un poquito…”, contó Aco García a Entrelíneas sobre el inicio del proyecto y agregó: “Era una casa vieja, pero con sus encantos. Lo  primero que me llamó la atención fueron los pisos al estilo damero, el ventanal con vidrios esmerilados y la parra de uvas, que todavía se conserva en el  patio de la casa. De a poquito  fuimos limpiando el fondo de la casa, lugar donde se podían encontrar enterrados, rastrillos, un criquet antiguo, cadenas,  frascos boticarios antiguos, hierros, cacerolas, entre otras cosas…Algunas todavía se conservan o  han sido reutilizadas”.

Luego de la limpieza la casa pasó a ser utilizada como galería de exposición y taller de arte, en la cual se hicieron varias muestras. "En noviembre de 2018 llegó un visitante algo particular. Me encontraba en la casa desarmando la muestra de arte que se había realizado en octubre y apareció un gato negro, un poco maltrecho, le di un bizcochito y se lo comió, al día siguiente cuando volví el gato seguía ahí. Y bueno, luego de llevarlo a la veterinaria y que me dijeran que era un gato viejo lo apodamos Don Gato. Así fue como fueron surgiendo las cosas. Don Gato pasó a ser el dueño de la casa y así lo que era la casa de Rosa, en el  común de los días pasó a ser para nosotros “Don Gato”, que en paz descansa desde el 20 de agosto del 2021”, recordó Aco.

Fue iniciada la pandemia y a partir de detectarle potencial a la casa cuando junto a Antonella, la mujer de Aco, decidieron poner en marcha Casa Don Gato – Almacen Natural. “Casi  la totalidad de las cosas con las cuales se decoró fueron objetos objetos reciclados, estanterías viejas, colmenas, chapas oxidadas reutilizadas, sobrantes de maderas, la puerta del antiguo baño de Rosa, una parte de un mostrador antiguo de Casa Gómez, entre otras cosas”, explicó Aco.

Una propuesta gastronómica diferente cada jueves

La temática de la cantina varía todos los jueves. No hay uno igual a otro. Uno, por ejemplo puede cocinar “Kichi” (Sous Chef en Long Beach, USA) y otro hacer el postre “Chona”. Aco desarrolló la idea: “Un jueves toca fulano y el otro toca sultano, un jueves festejamos carnaval, el otro hay  degustación de gin/vinos orgánicos y  así  sucesivamente. Lo que se brinda es una experiencia desde todo su entorno, que abarca tanto el plano gastronómico como el artístico. Como así también lo hace desde su calidez el lugar que está ambientado con objetos de época, como la vajilla que utilizamos. Te puede tocar un juego de cubiertos ingleses, una taza de porcelana o un juego de cubiertos de alguna aerolínea”.

Un salón museo

Algo que destaca a Casa Don Gato y la Cantina de Don Gato es el arte, su esencia de casa museo. Como si se tratase de la muestra más viva de las intimidades domésticas dolorenses. Fue Aco quien se encargó de la ambientación. Contaba con mucho material de la casa de sus abuelos, como fotos en blanco y negro de su  familia, bicicletas de época, revistas y marcos de cuadros vintage, el boletín oficial del 1960 con el cual esta empapelado el baño,  todo basado en el principio de reutilizar y reciclar. Varios de sus muebles fueron encontrados tirados en la calle y restaurados. El lugar en sí mantiene en varios de sus salones la pintura original de la casa, como el techo y sus pisos. “Tomamos prestada una frase de Jorge Drexler, que hace a la cantina en un todo: Nada se pierde, todo  se transforma. Y en cuanto al color de las noches de La Cantina es una combinación de la gente que concurre como comensales, como artistas, como gente que va a cocinar,  como del personal que trabaja ahí”, dijo el dueño de la cantina.

Ficha técnica

Casa Don Gato Almacen Natural está abierto de lunes a viernes de 9.30 a 12.30 y los sábados de 10 a 13 hs. Se pueden encontrar productos de dietética, para celíacos, especias, frutos secos, entre otros.

La Cantina de Don Gato ofrece un menú por pasos y algunas sorpresas. Funciona, por ahora, de forma itinerante junto a La Utopía y el Divisadero. Abrirán nuevamente agenda en Machado 140 en septiembre, los jueves.

Los artistas detrás

Como socios Mery Martinez Mollard (Chef, pastelera, trabajó en el Palacio Duhau) y Aco García (Contador / Artista Plástico), Mati, marido de Mery, que tiene asistencia perfecta todos los jueves; Anto, la esposa de Aco (dueña de Casa Don Gato Almacen Natural) y el team actual de mozas y músicas Delfi, Jose y Laurita que se encarga del café y la limpieza.