Se cumplen 20 años de la identificación de las tres Madres de Plaza de Mayo que aparecieron en las playas de La Costa en 1977
Los cuerpos de Azucena Villaflor de De Vincenti, María Eugenia Ponce de Bianco y Esther Ballestrino de Careaga llegaron a las playas de Santa Teresita y Mar del Tuyú luego de ser arrojados al mar por la dictadura en los "vuelos de la muerte". Pocos días después, fueron sepultadas como NN en el cementerio de General Lavalle.

Azucena Villaflor de De Vincenti, María Eugenia Ponce de Bianco y Esther Ballestrino de Careaga estuvieron desaparecidos durante casi 28 años. (Foto: EAAF)
El 8 de julio de 2005, y después de un minucioso trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense, se logró de la identificación de las tres Madres de Plaza de Mayo que aparecieron en las playas del Partido de La Costa en 1977. Azucena Villaflor de De Vincenti, María Eugenia Ponce de Bianco y Esther Ballestrino de Careaga habían sido secuestradas entre los días 8 y 10 de diciembre de 1977 y fueron arrojadas al mar en los llamados “vuelos de la muerte” el 14 de diciembre.
Sus cuerpos, como los de otras 4 víctimas más, aparecieron pocos días después en las playas de Santa Teresita y Mar del Tuyú y fueron inmediatamente enterrados en tumbas individuales como “NN” sin ser identificados en el cementerio de General Lavalle. Los médicos policiales que examinaron los cuerpos dictaminaron que la causa de esas muertes fue «el choque contra objetos duros desde gran altura».
Ya en esa época circulaba el rumor de que en la costa bonaerense se habían encontrado cuerpos que podrían ser los de las Madres de Plaza de Mayo secuestradas por ser integrantes del grupo de la Iglesia de la Santa Cruz, que se reunía para pedir por la aparición de sus hijos. Nora Cortiñas y otras madres intentaron llegar hasta allá, pero no se lo permitieron. Más aún: esa información hasta era conocida como una certeza por el gobierno de Estados Unidos.
"En un documento desclasificado por el Departamento de Estado norteamericano consta que el embajador Raúl Castro se había enterado por una fuente confidencial del hallazgo de 7 cadáveres en la Costa Atlántica y que éstos podrían pertenecer a las Madres de Plaza de Mayo", contó Ana Bianco, hija de María Eugenia Ponce de Bianco, en una nota para Tiempo Argentino.
Fue recién en 2005 cuando los restos de las 3 madres fueron finalmente identificados a través de análisis de ADN. Ese descubrimiento se concretó entre los meses de abril y mayo de ese año, según lo informó Carlos “Maco” Somigliana, miembro del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). El mar había devuelto sus cuerpos pronto pero la ciencia pudo recuperar sus identidades, aunque habían pasado casi 28 años. Dejaron así de ser los cuerpos desconocidos de las sepulturas 18, 19 y 23 del Sector B/Lote 3 del cementerio lavallense.
Por primera vez se pudo reconstruir el circuito represivo completo que puso en marcha de la dictadura cívico-militar. Esther Ballestrino de Careaga y María Ponce de Bianco fueron secuestradas el 8 de diciembre de 1977 en la puerta de la iglesia Santa Cruz, en el barrio porteño de San Cristóbal. Azucena Villaflor en la esquina de su casa, en Sarandí, dos días después. El represor Alfredo Astiz fue quien comandó la tarea de inteligencia e infiltración en los organismos de derechos humanos. Las tres madres fueron trasladadas a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde fueron torturadas antes de ser arrojadas al mar desde un avión.
Aquel 8 de julio de 2005 en el que se anunció la identificación de los restos de las tres Madres de Plaza de Mayo, Ana María Careaga, Luis Bianco y Cecilia De Vincenti, tres de sus hijos, leyeron un documento titulado “Juicio y castigo a todos los culpables”.
“Nuestras Madres -se decía allí- incansables luchadoras que dieron las vidas por sus hijos, no pudieron vencer a la muerte, pero eran tan obstinadas que sí pudieron vencer al olvido. Y volvieron. Volvieron con el mar, como si quisieran dar cuenta, una vez más, de esa tenacidad que las caracterizó en vida. La presencia de sus restos da testimonio de que no se puede hacer desaparecer lo evidente”.