Miércoles 04 de diciembre de 2024
08 NOV 2019 - 10:58 | Opinión
Panorama político

El triunfo de la Argentina Periférica, la nueva columna de Jorge Asís

“A la Argentina Blanca se le puede ganar. Lo que no se puede, contra ella, es gobernar”, advierte el encumbrado escritor y periodista en su nuevo texto, en el que traza los límites de cada espacio político en el nuevo escenario post electoral.

Asís pone el foco en la procedencia ideológica de los votantes de las dos fuerzas políticas argentinas mayoritarias. (Imagen: Perfil)

El fracaso extraordinario del gobierno de la Argentina Blanca legitima el retorno de un gobierno de la Argentina Periférica.
Consta que en el país hay más “no peronismo” que peronismo.
Para Consultora Oximoron, se trata del 65% de “no peronismo”, contra el 35%, habitualmente básico, del peronismo.
Significa que, para vencer, el peronismo siempre debe captar, al menos, el 13 o 15% del “no peronismo”.
Por distintos motivos, alternativamente los “no peronistas” prefieren inclinarse por un gobierno peronista, sin compartir la identidad.
“Son bravos, tal vez poco confiables, pero brindan la garantía de la gobernabilidad”.

Dentro del 65 % no peronista, persiste también otra fragmentación.
Alrededor del 30%. Fragmento inapelablemente anti-peronista. Por principios. Cuestión más cultural que ideológica.
Es precisamente el 30 que conforma el núcleo duro. Hoy se enrola con convicción en la Argentina Blanca.
Es el pilar de hierro que sostiene la próxima oposición al gobierno que emerge desde la Argentina Periférica.
Buenos Aires, La Provincia Inviable, marca otra vez la diferencia.
De los dos millones de votos que registra la superioridad, La Provincia Inviable aporta un millón y medio.
Un millón de los sufragios cautivos proceden de la Tercera Sección Electoral (Avellaneda, La Matanza, Lomas de Zamora, Florencio Varela, Berazategui, etc.).
Mini Gobernaciones que resultaron claves para justificar el triunfo de Axel Kicillof, El Gótico, sobre la señora María Eugenia, Sor Vidal, La Chica de Flores de Girondo.
Aquí se aludió reiteradamente a la pronunciada adicción al sacrificio de Sor Vidal.
La tendencia al martirologio de “arrastrar la pesada cruz de Mauricio por la Tercera Sección”.
Votos sustanciales de los sectores populares para que precisamente El Poeta Impopular, venciera a Macri, el Ángel Exterminador.
El lenguaje contundente de los votos justificaba que, en la noche de las pulseritas selectivas, El Gótico pudiera hablar, si se le antojaba, durante tres horas.
Con la autorizada luz verde de quien aportaba los votos de verdad. La Doctora.
Que mientras exhibía su triunfo se mantenía en un digno segundo plano. Junto a dos naipes de su mazo. Los ases Axel y Alberto.
Dos trayectorias que, en caso de tomarlas con rigor, nada tienen en común.
Basta con ser barajados en el mismo mazo por La Doctora.
Sin ella, ni deberían, siquiera, saludarse.

La Primera Sección de La Inviable (Escobar, Hurlingham, Campana, Moreno, etc) aportó otros 500 mil votos para la ventaja.
Debe constar también la diferencia aportada por el peronismo periférico del norte (Tucumán, Santiago del Estero, Chaco, Formosa).
Pero Macri concluye la tristeza del mandato mucho mejor de lo que se merecía, por su gestión.
Con el 40 % de la sociedad en el bolso. Fortalecido por la creativa vivacidad del antiperonismo.
Cabe consignar también la admirable capacidad del Ángel para reaccionar y modificarse.
Para hacer -después del “sopapo electoral de la realidad”, cliquear- lo contrario de lo hecho durante los tres años y medio de melancólicas frustraciones.
Amontonarse, tocar, ser tocado, llorar, selfiar, besar pies.
Hurgar en el secreto encanto del populismo tardío.
Un mes más de campaña y sorprendía, pero con el país terriblemente destruido.

Festival de rock
Pero la Argentina Blanca aún no puede digerir el triunfo de la Argentina Periférica.
Significa confirmar que La Doctora los embocó. La creían terminada y al borde del presidio.
Como los embocó el kirchnerismo que creyeron, desde el frasco, haber sepultado en 2017.
Cuando volvieron a ganar en las legislativas. Pensaban que estaba a punto de claudicar. Rendirse.
A merced, entre desprestigios, agravios, primarias corruptelas.
Con un pie casi pendiente del abismo, La Doctora se cargó el peronismo al hombro. Para fotografiarse en la Casa Central de la calle Matheu.
Para conducir tuvo la perspicacia que le faltó en 2015. Por su injusta reticencia a aceptar que presidente fuera Daniel Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol.
En 2019 asumió la necesidad de dar medio paso al costado, para ser y en simultáneo no serlo.
Y dormir con un Valium 80 a la clase política entera. Al anunciar que iba, pero de número dos. Con el Elegido como Uno.
No es necesario indagar en la psicología para aceptar que La Doctora siempre mantuvo preferencias por los músicos amateurs.
Amado Boudou, El Descuidista, fue el Elegido como Dos, para acompañarla en 2011.
Alberto iba a ser el Elegido como Uno, para que ella lo acompañara en 2019.

Vidas paralelas. Dos entusiastas guitarristas. Ambos residentes de Puerto Madero, ideales para representar a la Argentina Periférica de La Matanza, Merlo, Formosa.
De La Mancha de Rolando, que fascinaba a Boudou, se pasaba por un tubo histórico a Lito Nebia, ídolo que conectaba con Alberto.
En el medio del festival de rock flotaba el bigote mal pegoteado de Freddy Mercury, ícono de Macri.
Entre Boudou y Alberto se extiende el fracaso horizontal del Ángel.
En simultáneo, para legitimarse y completar el circuito, es el Ángel que aguarda ahora el fracaso de Alberto. Tiene sólidos fundamentos.
“No nos libere del fracaso, doctor, es lo único que nos queda”.
(La Garganta parafrasea a Isidoro Blaistein).

Puentes de seducción
La teoría del portal se elevó a través de un título.
“Imposible gobernar con la Argentina Blanca en contra”, cliquear.
A la multitudinaria Argentina Blanca, que se manifestó a favor de Macri, se le pudo ganar la elección.
Tal como lo registra el título, lo que no se puede es gobernar contra ella.
Significa confirmar que la Argentina Periférica, para evitar el epílogo contagioso de Macri, debe atraer a la Argentina Blanca. Conceder. Construir puentes de seducción.
Desde el padecimiento (o la necesidad) de la periferia nada se le puede imponer a la sociedad que consume. La que inspira la movilidad de la economía.
Las aspiraciones del que reclama y saca debe conectar con la manera de vivir y de consumir del que pone y paga.
Impuestos, viajes, ropa, psicoanálisis, albergues transitorios, medicina prepaga.
Si el gobierno de la Argentina Periférica no logra construir puentes choca, otra vez, la calesita.
Con la misma intensidad que la chocó el gobierno de la Argentina Blanca.

Final con la raya tácita
Hablar de post-macrismo fue otro error prematuro.
Como el error de los macristas, que creyeron en el final del peronismo.
Tampoco fue un acierto elevar la alucinante idea del “macrismo sin Macri”. O sea: Macri sin Marcos Peña, El Pibe de Oro.
Las penúltimas concentraciones de la Argentina Blanca instalaron al Ángel, otra vez, en la primera fila. Aliviado.
Planifica debatirse por el cetro del jefe opositor. Para reconquistar, desde la oposición, lo que supo desperdiciar durante el oficialismo.
Pero hoy está en la misma mesa, con similares cubiertos para Horacio Rodríguez Larreta, Geniol, dueño y señor del Maxi Quiosco. Asociado a Sor Vidal.
El desafío lo mantiene aliviado al Ángel. Aunque sabe que tiene momentos ingratos por delante. El reverso del poder cuando se pierde.
Indagatorias, citaciones judiciales por cualquiera de las 92 causas (cliquear).
Pedidos inminentes: Prohibición de salir del país.
Persisten los poderosos con rencor. Orgánicamente incapacitados para el olvido.
Fueron situados, inútilmente, en el bando de los enemigos.
Efectos de la efervescente soberbia del que confundía lo transitorio con lo permanente.
Algún poderoso, al respecto, está convencido. Fue Mauricio, en persona, o con la mediación de un servil, quien tramitó su encarcelamiento. Para peor: sin lograrlo.
“El Ángel, como le dicen, se pasó de la raya”, confirma la Garganta.
Aunque la raya sea, en efecto, tácita.
“Eso nunca es gratis. Se paga. Siempre».