Con los pies para adelante
El Panelista absorbió al PRO del Ángel Exterminador como Menem absorbió a la UCD de los Alsogaray. El Panelista plantea la guerra abierta al Poder Legislativo que se obstina en acabar con la utopía del superávit.

Escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial para JorgeAsisDigital.com
Apretar la síntesis
La versión de la democracia iniciada en 1983 es generosa en materia de absorciones.
Arrancaron con la “patota del doctor Oscar Alende”, El Bisonte que había absorbido remanentes que sobrevivieron al Partido Revolucionario de los Trabajadores.
Mientras maduraba el fenómeno socialdemócrata de Raúl Alfonsín, El Providencial, que absorbía la frescura de los infinitos patoteros para entusiasmar con el Tercer Movimiento Histórico y estrellarse infortunadamente en la hiperinflación de 1988. Catástrofe que facilitó en 1989 el regreso triunfal del peronismo de Carlos Menem, El Emir.
Plenos momentos del Consenso de Washington. Caída cinematográfica del Muro.
Colapso de la Unión Soviética que vaticinó la historiadora Hélène Carrère d’Encausse, para cimentar la rebatible tesis de Francis Fukuyama que aludía al “fin de la historia”.
Unipersonales televisivos
Entonces en el último país del sur imperaba la hegemonía radial del aplastante Bernardo Neustadt.
Maestro de periodistas que aún no lo reconocen. Pero Neustadt marcó el comienzo del unipersonal televisivo.
Los epígonos profesionales hoy no paran de monologar. Florecieron Bernarditos como streamings.
Abundan los audaces que se consideran aptos para bajar línea informativa durante 40 minutos sin percatarse que activamente homenajean al maestro que detestaban.
Menem se dedicó a la transformación de la economía acaso influenciado por las misas inapelables de Neustadt.
Debió absorber la caja cultural de herramientas de la Unión del Centro Democrático de los Alsogaray. Padre Álvaro y la señora María Julia, hija.
El Emir administró los años neoliberales del peronismo hasta estrellarse en el ’99 con el aburrimiento radical de Fernando De la Rúa, El Traicionable, y el peronista en tránsito Chacho Álvarez.
Pacientemente se elaboró la catástrofe del 2001.
Del horror surgieron los dos movimientos contemporáneos.
El kirchnerismo, de pronunciada tendencia peronista hacia la centroizquierda.
En simultáneo brotó el pudor estético del macrismo, que impuso la cultura de los trajes azules con zapatillas blancas y la camisa celeste abierta (siempre sin corbata).
Emerge la revolución recaudadora de Néstor Kirchner El Furia, junto a la “compañera de vida”, La Doctora.
Y en simultáneo, hacia la derecha, Mauricio Macri, el Ángel Exterminador.
Los tres, El Furia y La Doctora, desde la centroizquierda peronista, y el Ángel, desde el recato de centroderecha, fueron presidentes paulatinamente encadenados que mantuvieron en común la pesadez de las ingratas conclusiones.
Epílogos severos de decepción, con aroma a desperdicio.
En 2019 volvió la caricatura del peronismo que ya no tenía más nada para aportar. Apenas se desmembraba en medio de la peste de Covid ante el macrismo acartonado que debía disculparse mientras se preparaba para volver a fracasar.
Utopía del superávit
Es justamente cuando surge Javier Milei, El Panelista de Intratables.
Con alaridos enfermizos y sobreactuaciones memorables, Milei perforó pronto el sistema de partidos para instalar desde los medios el fastuoso delirio de la dolarización, complementada por la extravagancia intelectual de acabar con el Banco Central. Degrada a todos los políticos corruptos mancomunados en el simbólico hallazgo de “la casta”.
Con la utopía del mercado y del superávit permanente impuso las tradicionales alucinaciones de la ultraderecha hasta convertirse, ayudado por la potencia de su rostro, en el Fenómeno Milei, que se dedicó implacablemente a absorber y clausurar el delicado gradualismo del PRO del Exterminador, hasta reproducir la rendición incondicional de la que habla hoy hasta el locutor mañanero que tiene la misión de anunciar la temperatura.
Rugbiers de violeta
Separados los invalorables buscapinas del centro honorable, que se movilizan con el objetivo de mojar la medialuna, el Panelista convoca a “la parte sana de la Argentina” para combatir el flagelo del kirchnerismo y polarizar a la sociedad hastiada.
Desde el sitió impresentable de la Tercera, con un seleccionado de políticos que parecen jugadores de rugby, ataviados enteramente de violeta, exhibieron la postal de La Matanza con la precariedad del cartel excitante.“Kirchnerismo nunca más”.
Infortunadamente, la única alternativa a la patética crueldad del Fenómeno Milei es, otra vez, el peronismo resignificado. Pero los dadores interesados de ideas de Milei prefieren catalogarlo con la superadora concepción de “kirchnerismo”. Patología que mantiene llamativa fuerza casi exclusivamente en la Tercera Sección de la Provincia del Pecado.
Precisamente hacia dónde fue Milei con la comparsa de rugbiers de violeta para inmortalizar la fotografía ilustrativa de la campaña. Estratégica ocurrencia de Santiago Caputo, El Neo Giacomini. Un Jaimito diseñado para ser parte sustancial del Gobierno de Consultores. Aunque la señora Karina, Repostera en Jefe, vecina de vértice del Triángulo de Hierro (fundido) lo haya explícitamente humillado al Neo Giacomini en el cierre de listas para cederle como compensación un candidato para la Tercera, en la misericordia del quinto lugar.
El Panelista plantea la guerra abierta al Poder Legislativo que se obstina en acabar con la utopía del superávit.
Anuncia melodramáticamente, por cadena nacional, que para lograrlo tendrán que sacarlo “con los pies para adelante”.
Al cierre del despacho, con atisbos de mala fe, algún perverso susurra:
“Habrá que sacarlo como lo pide».